El reto de partir una manzana con las manos

Las clases habían terminando, muchos de los estudiantes del turno vespertino seguían en sus aulas, ese día eramos afortunados, habíamos salido un poco temprano. En el horizonte los últimos rayos de sol estaban por ocultarse, pronto el manto estrellado cubriría a toda la escuela. Observar el ocaso desde el tercer piso de la escuela, es uno de los lujos que pocas veces me niego y ese día no fue la excepción. Ahí, apoyado en el barandal, contemplaba la mágica combinación de colores y los contrastes que se producen cuando el día da transición a su compañera la noche. Casi todos mis compañeros ya se habían ido, excepto mis amigas y una pareja de tortolitos que se encontraban todavía en el salón, platicando de no se cuantos temas complejos que solo el intelecto superior de la mujer puede entender. Terminado de ver el espectáculo, me dirigí al salón y empezamos a guardar nuestros cuadernos, prueba de las ultimas batallas del día y llenos de aquellos símbolos raros que solo nosotros podemos entender. Una de mis amigas, saco de su mochila una bella manzana roja y justo cuando parecía que iba darle la primera mordida, se detuvo. Al parecer acababa de acordarse de algo. Sonriente, extendió su brazo para darme la manzana y entonces me dijo: "Te reto, a que partas esta manzana en dos mitades, con las manos"
Sera fácil - pensé- y acepte el peculiar reto. Tome la manzana con mis manos y aplique toda la fuerza que pude, pero la dichosa fruta no cedió. Probé una, dos,...muchas veces y nada! mi amiga divertida, notando mi cansancio, tomo aquella fruta bíblica y como si de una galleta se tratara la partió en dos perfectas mitades. Le pedí que me enseñara como lo hizo, pero no quizo, quería que lo descubriera por mi mismo (aunque tal vez se trata de algún secreto ancestral que ha pasado de generación en generación y que su familia guarda celosamente) Derrotado, llegue a mi casa y saque todas las manzanas que había en el refrigerador, para practicar toda la noche si fuera necesario. Probé una y otra vez tomándola de diferentes formas, en diferentes ángulos. Mas de una quedo con hoyos producidos por enterrar mis dedos (me las tuve que comer). Por fin, después de varios intentos conseguí entender el truco y pude partir una manzana a la mitad. Solo hay que apoyarla contra el pecho y hacer fuerza desde el centro de la manzana hacia fuera, eso es todo. Al menos ahora, puedo dormir con una preocupación menos, conocedor de la satisfacción que produce, haber dominado parte de la salvaje fuerza de la naturaleza.

2 comentarios:

Mijail Rondon dijo...

Buenisimo!!! bravo!! tambien me retaron con algo asi pero en vez de estar dañando cientas de manzanas, use la via facil de buscar en internet... Muy buena tu historia, me atrapo enseguida. Felicidades.

Anónimo dijo...

esta super padre a mi tambien me retaron a algo igual y te digo no pude jajajaja

bye